miércoles, 25 de mayo de 2011
martes, 24 de mayo de 2011
viernes, 20 de mayo de 2011
Queridos Papitos...
la izada de bandera fue aplazada, pero la presentación la seguimos organizando hasta próximo aviso, gracias por su colaboración para los sombreros.
sábado, 14 de mayo de 2011
Izada de bandera...
Papitos, el próximo jueves 19 de mayo tendremos nuestra primera participación en izada de bandera, para ello pedimos su colaboración enviando al niño disfrazado de bombero.Cualquier duda puede acercarse al colegio los día martes de 11:00 a 11:45 am que son mis horas de atención a padres o llamar al 3016746131. Muchas gracias de antemano, Dios les bendiga
Profe Lilibeth.
Profe Lilibeth.
Los dulces y los niños: ¿Qué tiene de malo?
Contra lo que dice el refrán, no es tan fácil quitarle
un dulce a un niño, sobre todo cuando hemos
sido los propios padres los que le hemos
educado en usar el dulce como único alivio a
sus necesidades.
Antes que nada, hay que entender que
los dulces no son enteramente malos,
ya que proporcionan la energía que el
cuerpo necesita para continuar.
Pero hay dos cosas que debemos tener
en cuenta cuando
le damos un dulce a nuestro hijo:
Cuándo se lo damos y por qué se lo damos.
Se sabe que el cuerpo de un niño necesita consumir hidratos de carbono
(que producen azúcar) hasta que estos representen el 50% del total de nutrientes
que consume diariamente.
El problema aparece cuando se consumen de manera desordenada.
Hay un mecanismo de regulación del apetito que se llama la hipoglicemia,
que nos genera la sensación de hambre en la mañana y en la tarde.
Los dulces elevan los niveles de azúcar en la sangre hasta lograr un grado
de glicemia considerado normal,con lo que se anula la sensación de apetito.
Si un niño consume bizcochos,chocolates, galletas y todo tipo de dulces en
la mañana, es lo más normal que a la hora del almuerzo no tenga hambre.
Puede que no varíe su peso pero estará privándose de otros nutrientes que
su cuerpo necesita, como las proteínas, grasas, minerales y vitaminas.
Por otro lado, si nos hemos acostumbrado a darle dulces a nuestro hijo para
Calmarlo cuando estaba intranquilo, o cuando queríamos que hiciera o no
hiciera algo, pues no nos sorprendamos de que suelan recurrir a ellos;
a los niños les gusta mucho repetir sensaciones y experiencias agradables.
Cuando nuestro hijo nos pida dulces, lo primero que debemos pensar es
por qué lo pide; qué es lo que está pidiendo en realidad: Compañía
porque se siente solo, quiere entretenerse, una caricia, un espacio mayor
para su actividad vital.
Los dulces están por todas partes, por lo que sería inútil tratar de borrarlos
de sus vidas.Pero sí podemos restringirlos, disminuyendo su consumo entre
comidas, distrayéndolos con otras actividades y brindándole nuestra cercanía
y afecto.
Dárselos después de las comidas sí, pero no como premio por comerse lo anterior;
estaríamos formando la idea de que la comida es lo malo y el dulce lo bueno.
Todo esto, teniendo en cuenta que no habrá un cambio radical de la noche a la
mañana; todo vicio es fácil de adquirir pero difícil de quitar.
¿Y no será que los que más gozamos dándoselos somos nosotros,
a pesar de saber que les hacemos un daño? Hagamos un esfuerzo y
privémonos de ese pequeño "placer". Seguro que será por su bien.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)